Los amantes pasajeros


LOS AMANTES PASAJEROS

Es muy difícil ir a ver una película de Pedro Almodóvar sin llevar alguna idea preconcebida, ya sea por su relevancia o por las críticas “profesionales” (en alguna llegué a leer que hacían una orgía dentro del avión y no es así). Afortunadamente todo se olvida cuando empiezan los primeros acordes de su siempre acertada música junto con la colorida introducción. 

Un genial Javier Cámara incapaz de mentir cierra el mítico trío de azafatos -o azafatas, según bromean en algún momento- que lleva las riendas de la comedia mientras siguen las órdenes de Antonio de la Torre y Hugo Silva que mantienen uno de los diálogos más almodovarianos de la cinta. Los fallidos turistas son Cecilia Roth como una mujer con mucho poder en apariencia, José María Yazpik un sicario, Lola Dueñas da lugar a momentos muy divertidos con su papel de vidente virgen, Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí son una pareja de recién casados, José Luis Torrijos es una de esas sanguijuelas de las que tanto se habla. Desde tierra Blanca Suárez y Paz Vega forman un triángulo amoroso con el pasajero Guillermo Toledo. Además hay personajes telefónicos que conectan a algunos pasajeros o nos permiten saber más de ellos.
Por poco que te guste el cine de Almodóvar la comedia divierte. Los amantes pasajeros no es comparable a otras anteriores y de culto porque sus primeras películas son de una época transgresora con ansias de libertad y ahora estamos en un momento muy diferente en el que se agradece esta evasión de 90 minutos con buenas interpretaciones, ricos planos y momentos surrealistas.

Ácida critica, esperpento ligero y digestivo con comicidad tan medida como desmelenada. Un Regalo a sus incondicionales y una agradable sorpresa para los que se asoman por primera vez a inventiva de nuestro Pedrito.




Mujeres al borde de un ataque de nervios



MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS

Sin duda alguna la primera gran obra maestra de ese incomparable (e irrepetible) genio que es Pedro Almodóvar, deliciosa e irresistible comedia de situación que gira en torno a la soledad de las mujeres en un mundo dominado por hombres que las engañan, mienten, ningunean y hasta enloquecen. Con un guión repleto de escenas brillantes, de personajes magnificamente escritos, con diálogos divertidísimos y un ritmo excelente, sin apenas baches (algo inusual en el Almodóvar de la época), consigue el director manchego dar vida, en el efervescente Madrid de los años 80, a diferentes mujeres abandonadas por sus parejas en el momento más inoportuno de sus vidas para, a través de excelentes y divertidísimas escenas, conducirlas a un mismo punto de encuentro tanto físico como emocional.

Clásico indiscutible de nuestro cine, que forma incluso parte de la cultura popular (¿quién no se acuerda de ella cada vez que saborea un gazpacho?), tiene para el recuerdo personajes míticos de la cinematografía patria que luego han sido copiados hasta la saciedad: la telefonista repelente y chismosa de Loles León, la portera Testigo de Jehová de Chus Lampreave, la actriz cortita de María Barranco y sus pendientes cafetera, el taxista hortera de Guillermo Montesinos... y, por supuesto, esa inconmensurable Carmen Maura interpretando a Pepa, la mujer al borde de un ataque de nervios que busca incesantemente por toda la capital, pegada al teléfono y al contestador automático, al hombre que acaba de dejarla en la estacada justo cuando ella más lo necesita. La he visto docenas de veces y soy incapaz de encontrarle un solo fallo. Y siempre me parece igual de fresca, divertida y entrañable que la vez anterior. Una absoluta maravilla.