La isla minima


LA ISLA MINIMA

España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse a un feroz asesino. 

Magnífico thriller de Alberto Rodríguez, guión inteligente y muy trabajado del propio Rodríguez junto a Rafael Cobos. Música inquietante de Julio de la Rosa; la fotografía parda y excelente de Alex Catalán. Y para redondear: gran puesta en escena. Reparto de lujo con Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo de lijo. Un film en toda regla, de perfecta factura, con paisajes inquietantes, película densa y potente, cine negro que aporta muchos matices: sociales, políticos, culturales, históricos, y cómo no, policiales. Todo un drama reflejado en la vida de dos policías, y una trabada narrativa que no nos deja ajenos a la historia.

Esta película te atrapa con un buen cebo, la carnada de la intriga lóbrega, la zozobra interior, la variación de matices, las inflexiones en cada gesto de los personajes, la inquieta cámara, un lenguaje directo al corazón, y una oportunidad para reflexionar. En todo discurso hay un “contenido manifiesto”, lo que se ve, lo que es evidente; pero por debajo corre un flujo que hay que saber leer e interpretar: el “contenido latente”, lo ulterior, lo que en verdad se quiere decir pero profundamente camuflado. Pues eso, vela y dime qué cosa te parece a ti que late en la trastienda de esta excelente película. Yo, para darte una pista te diré que la belleza de los paisajes, no acaba de esconder el lodazal de las miserias humanas.